En noviembre de 2025, múltiples informes confirmaron que los evangélicos ahora representan el 26.9% de la población de Brasil (47.4 millones de personas), la primera vez que superan el 25%. Se espera que se conviertan en el grupo religioso más grande de Brasil para 2032, superando a los católicos. Una nueva iglesia evangélica abre cada seis días solo en São Paulo, y Brasil ahora cuenta con más de 597,000 edificios religiosos.
Del 12 al 15 de noviembre, la conferencia "Colheita Mundial Brasil 2025" en Osasco, liderada por el apóstol Guillermo Maldonado (con base en Miami), atrajo a miles de participantes para servicios masivos y capacitaciones de liderazgo, ilustrando las conexiones transnacionales entre el evangelicalismo estadounidense y brasileño.
Influencia Política Creciente
La influencia política evangélica brasileña ha crecido dramáticamente, con el Frente Parlamentario Evangélico contando ahora con 244 miembros, uno de los grupos más grandes en el Congreso de Brasil. A lo largo de 2025, múltiples figuras evangélicas estadounidenses visitaron Brasil, incluyendo al pastor Samuel Rodríguez, quien bendijo al televangelista Silas Malafaia en la conferencia "Destino" de septiembre en Río. Además, el predicador de Dallas, Christopher Beleke, habló en Santa Catarina sobre la "limpieza" que Brasil está experimentando, similar a lo que ocurrió en El Salvador.
Un Movimiento Global
Este crecimiento refleja tendencias más amplias en América Latina, donde la región tiene más de 10,000 misioneros evangélicos latinoamericanos sirviendo en más de 100 países, un aumento del 300% desde el año 2000. Esto convierte a América Latina en la tercera región de envío más grande después de América del Norte y Europa. El evangelicalismo brasileño representa cada vez más no solo un crecimiento numérico, sino también influencia política, alcance misionero internacional y poder cultural transformador.
Conclusión: Un Movimiento en Transformación Radical
Noviembre de 2025 reveló un evangelicalismo global en profunda transformación. El centro de gravedad demográfico se ha desplazado irreversiblemente hacia el Sur Global, donde el crecimiento explosivo en África (70% del crecimiento cristiano mundial), el ascenso político en América Latina (Brasil alcanzando el 26.9%), y la madurez institucional en Asia (Corea organizando la Asamblea de la AEM), contrastan marcadamente con las crisis que enfrenta el evangelicalismo occidental.
En Occidente, la confusión doctrinal (64% de evangélicos estadounidenses rechazan el pecado original), la fragmentación cultural (colapso de espacios mediáticos evangélicos compartidos), y las divisiones denominacionales históricas (primera arzobispa femenina de Canterbury) señalan tensiones profundas sobre identidad, autoridad bíblica y unidad. Mientras tanto, la persecución cristiana en Nigeria se ha convertido en una crisis geopolítica internacional, demostrando cómo los asuntos evangélicos ahora moldean la política exterior y los conflictos internacionales.
La paradoja central: el evangelicalismo nunca ha sido más numeroso globalmente (650 millones), pero nunca ha estado más fragmentado teológica, cultural y geográficamente. Estos acontecimientos de noviembre no son eventos aislados, sino síntomas de realineamientos fundamentales que redefinirán el carácter del movimiento evangélico en las próximas décadas.